Un estudio de la Gasol Foundation a partir de los datos de 3.200 menores analiza los efectos de las desigualdades sociales en los hábitos de salud de la población infantil y adolescente en España
La desigualdad empeora la salud en la infancia. Los niños de familias pobres pasan, de media, 16 días más al año frente a las pantallas y realizan seis días menos de actividad física en comparación con los que crecen en viviendas con más recursos. Así lo muestra un informe socioeconómico de la Gasol Fundation presentado este miércoles a partir de datos del Estudio Pasos 2023. Como han mostrado otros informes, ese sedentarismo se traduce luego en que las tasas de obesidad infantil de los hogares vulnerables duplican las de los más ricos. “La obesidad infantil es un problema sistémico y social bajo el que hay desigualdades y falta de oportunidades. Para abordarlo, tenemos que enfrentarnos a esas desigualdades”, ha apuntado durante la presentación la ministra de Sanidad, Mónica García, quien también ha señalado que su departamento quiere aprobar normas para frenar este problema.
El documento analiza los hábitos de salud de más de 3.200 niños y niñas de ocho a 16 años, de 245 centros educativos de toda España. “La epidemia de obesidad infantil ya se ha transformado en una pandemia”, ha señalado en el acto Santi Gómez, director de programas de la Gasol Fundation. Tienen en cuenta cuatro variables principales de los escolares (actividad física, calidad de la dieta, uso de pantallas y horas de sueño) y aplican variables socioeconómicas a sus familias (estudios universitarios o no universitarios; estatus laboral trabajando o en paro; renta media por encima de la mediana o por debajo).
El resultado es que las viviendas en situación de vulnerabilidad socioeconómica tienen un efecto en la salud de los pequeños. Los menores más vulnerables dedican 23 minutos menos al día a la práctica de actividad física moderada o vigorosa, lo que supone más de 11 horas al mes y casi seis días completos al año. “En cuanto a uso de pantallas, la población infantil y adolescente más vulnerable dedica 16 días completos más al año a móviles, televisiones y ordenadores. Eso supondría cuatro meses completos de los 8 a los 16 años sin despegar los ojos de la pantalla”, ha apuntado Gómez.
“En cuanto a la alimentación, la adherencia a la dieta mediterránea es un 13% más en los hogares con mejores condiciones”, ha añadido. Mientras, un 63% de la población infantil y adolescente más favorecida cumple con las recomendaciones de horas de sueño diarias, dicho porcentaje es un 14,7% menor para la población más vulnerable.
En este contexto, el experto de la Gasol Fundation ha realizado varias peticiones a las Administraciones Públicas. Entre ellas impulsar el Plan estratégico nacional para la reducción de la obesidad infantil; que las iniciativas de promoción de hábitos de vida saludable incluyan una mirada hacia las desigualdades sociales; o que se considere el carácter de urgencia de la promoción de hábitos de vida saludables para los niños. Además, ha pedido que los entornos locales se transformen para que la opción fácil y asequible sea la saludable; y que todas las familias puedan garantizar que sus hijos tengan un estilo de vida saludable.
La ministra Mónica García ha recogido el guante: “Estamos trabajando en el decreto de gobernanza del Plan Estratégico Nacional contra la Obesidad Infantil, en el que hay involucrados 17 ministerios. Hay evidencia científica suficiente para tomar determinadas acciones políticas que reduzcan la exposición de los menores a los alimentos menos saludables. Espero que a través de estos informes podamos desgranar esos decretos que remuevan esas barreras y hagan un ecosistema más equitativo para los niños con menos recursos”, ha dicho.
La titular de Sanidad se refería así, sin mencionarlo, al decreto para regular la publicidad de alimentos insanos para menores, que el anterior ministro de Consumo —Alberto Garzón— tenía preparado pero se quedó en un cajón por la oposición de otros ministerios en manos del PSOE, como Agricultura o Industria. Mientras, los expertos en alimentación coinciden en señalar que la autorregulación publicitaria falla estrepitosamente a la hora de proteger a los pequeños.
De hecho, los niños españoles están sometidos a un bombardeo constante de anuncios de alimentos y bebidas insanas, que les incitan a comer ultraprocesados y les dificultan aprender a alimentarse de forma saludable. Esos impactos rondan los 4.000 al año tan solo en televisión, pero además tienen un componente de clase: los niños cuyas familias tienen rentas bajas ven el doble de anuncios de alimentos insanos que los de más nivel adquisitivo. “Vamos a atajar este problema [de la obesidad infantil] desde el punto de vista de poner a los niños en el centro. Seremos capaces de poner los decretos que se quedaron pendientes”, ha señalado García.